Llega la tarde del Sábado Santo y por las puertas de la iglesia de Santa María de la Mota vemos aparecer la Cruz de Guía indicando así el inicio de la procesión de la hermandad del Santo Entierro de Cristo, Nuestra Señora y Madre de la Soledad y el Triunfo de la Santa Cruz, la más emblemática de las siete cofradías que desfilan por las calles de Marchena y una de las más antiguas, pues fue fundada en el año 1567.
Situada en el antiguo alcázar islámico de la ciudad, que luego fue convertido en palacio ducal, la iglesia fue originalmente construida como la capilla del mismo palacio, perteneciente a los Duques de Arcos, señores de la ciudad.
Abre la procesión el paso del Triunfo de la Santa Cruz, apodado coloquialmente la “escalerilla”, ya sin Cristo, luce su Santo Sudario, en señal del triunfo de la vida sobre la muerte.
El paso del Santísimo Cristo Yacente, o Santo Entierro, es una urna dorada con paredes de cristal en el que yace en su interior un Cristo sin vida. Símbolo destacado es el cernícalo posado en lo alto del féretro, que da su apodo a esta hermandad “la cernícalera”. Es custiodiado por una guardia romana.
Esta cofradía es famosa por sus representaciones simbólicas. A destacar, cuenta con representantes de cada una de las otras de las hermandades de la localidad, y de los poderes eclesiásticos, políticos, judiciales y militares. Entre ellos los distintos concejales del ayuntamiento y alcaldesa. Las Tres Marías, la Verónica con el lienzo, la corona de espinas, las mujeres de manto y saya acompañando a la virgen, y digna de mención la figura alegórica de la Fe ciega, representada por una niña con los ojos vendados.
Nuestra Señora y Madre de la Soledad, la “reina” “cernicalera”, una de las más queridas de la Semana Santa marchenera, cierra la procesión muy pasada ya la madrugada, con las famosas “moleeras”, saetas cantadas a su paso por el tiro de Santa María, frenándole el paso.