Cuando hablamos de la fábula de la liebre y la tortuga siempre nos fijamos en la tortuga que pasito a pasito y con persistencia venció a la perezosa liebre.
Pero nunca se habla de qué es lo que le ocurría a la liebre: pecaba de exceso de confianza. Estaba tan segura de sus capacidades que se confió y se durmió. Ese es el peligro de confiar demasiado en nosotros mismos y en nuestras habilidades.