Las cosas no son como nos las imaginamos. Porque en nuestra imaginación no tenemos todos los parámetros que existen en la situación real, por lo tanto no podemos recrear fidedignamente la experiencia. El problema viene cuando nos creemos que la situación imaginada es igual a la futura situación real y sacamos conclusiones de ello. Lo siento, pero los seres humanos no somos adivinos.
Algunas personas como yo lo retorcemos aún más, y además, damos como realizada una tarea que hemos planeado para el futuro solo con planearla. La desconexión entre la realidad y los hechos es muy potente. Este error viene de la confianza de saber que puedes conseguir cualquier cosa con suficiente entrenamiento y constancia. Al estar confiados en que lo vamos a conseguir porque solo hay que seguir una serie de pasos, nos acomodamos, damos por hecho de que llegará algún día en el futuro (las cosas no se consiguen inmediatamente, Roma no se construyó en un día) y nos olvidamos de que en el presente tenemos que realizar esas acciones, no mañana.
El hombre orquesta, querer hacerlo todo tu mismo y el peso de la responsabilidad
A veces no nos queda más remedio, como me ocurre a mi, pero pretender hacerlo tú todo es el camino más rápido y directo para el burn-out (síndrome de estar quemado), el estrés y los bloqueos. A algunas personas nos gusta mucho cargarnos de responsabilidades y llenar la cuchara más de lo que podemos tragar, porque sufrimos de exceso de confianza en nosotros mismos. Confianza que luego no se materializa porque el estrés hace que nos paralizemos. Aunque a veces no nos queda otro remedio…
La solución: pasitos pequeñitos y mal dados
En serio, ahora te explico.
Primero un ejemplo. Yo no sé dibujar. Pero quiero saber. Es muy importante para mi. Es algo que me encanta. Pero si intento dibujar, me sale algo horrible (no os enseño ningun dibujo mío para que no tengáis pesadillas). Eso me lleva a que no lo vuelva a intentar porque no sé dibujar bien. Pero ¿es esa lógica correcta? Si nunca practico, nunca dibujaré bien. Es decir, para llegar a dibujar bien algún día tengo que dibujar mal muchas veces todos los días.
Y esa es la clave para todo en la vida. Si algo te cuesta, si no te sale, si no ves la forma de hacerlo, si estás seguro que no eres capaz, o si no se te ocurre nada y estás en blanco. Lo que pasa es que te falta entrenamiento. Simplemente no tienes el hábito. Es como cuando un tirillas se apunta por primera vez al gimnasio y ve que no puede levantar pesas. ¡Pues claro hijo mío! Hasta que no lleves meses o incluso años entrenando no vas a poder. Lo mismo con todo en la vida.
El demonio del perfeccionismo
Te acechará una y otra vez. Da igual lo mucho que sepas que existe, no podrás deshacerte de él. Tal vez con mucha practica… pero eso es lo que él no te va a dejar hacer. Él no quiere que entrenes porque cada vez que lo haces no podrá soportar lo mal que lo has hecho. Incluso te va a gritar que no vas a hacer capaz de hacerlo bien antes siquiera de que empieces. Y tú lo vas a creer una y otra vez.
Recuerda que cada ejercicio que hagas te va a salir mal y así debe de ser. No busques que te salga mal queriendo, tu intenta hacerlo lo mejor posible pero sin darle importancia si luego sale mal. La mayoría de las veces te sorprenderá que te ha quedado mucho mejor de lo que esperabas. Y ahí es cuando empiezas a hacerte bueno.